martes, 28 de junio de 2011

Motorway to Roswell o cómo algo tan grande se pudo convertir en esta mierda

Hola amigos,


He visto que el próximo día 19 de julio Micah. P. Hinson toca en la Sala López un tributo a los Pixies, y en concreto a su disco (y el mío) favorito, Trompe Le Monde. He pensado que era un buen momento para grabaros una canción de este grupazo liderado por el grandísimo (en todos los sentidos de la palabra) Black Francis, Frank Black o como lo queráis llamar.


No os voy a engañar. Contaros que escucho a los Pixies desde su primer disco, sería mentira… Me empezaron a gustar allá por 1993 o 94. A mi noviete de aquél entonces le encantaban los Pixies, y los escuchábamos a plena potencia mientras nos dábamos besos furtivos e inocentes en su coche desvencijado. Poco después, me enganché a ellos. Recuerdo un bar de Santander que ya está cerrado (el “Bull”) donde el dueño  (objeto de deseo de una de mis amigas)  estaba obsesionado con Kim Deal y no hacía más que pinchar una y otra vez a los Pixies, las Breeders, the Amps, etc. Empecé por grabarme el último de sus discos (Trompe Le Monde), hasta que fui comprando uno a uno todos los discos. De hecho, creo que los Pixies es el único grupo del que, a día de hoy, tengo toda su discografía oficial y una camiseta espectacular que se llevó mi ex oculto entre sus personal belongings (y eso que no sabía ni quiénes eran…)
De todas las canciones de los Pixies, creo que nunca he grabado en una cinta “Motorway to Roswell”… En 1947, aterrizaron unos alienígenas en Roswell, Nuevo Mexico. Es uno de los sucesos ufológicos a los que más credibilidad se ha dado ya que hay varios informes del FBI que lo avalan y ha sido objeto de cientos de libros, películas y documentales… Consultando la wikipedia para repasar lo ocurrido, me encuentro con una teoría nueva publicada este año: El famoso incidente de “Roswell” (copio y pego) no se trató de un OVNI, sino de una nave espacial rusa que llevaba “aviadores adefesios del tamaño de un niño” engendrados en los experimentos con humanos que efectuó el médico nazi y criminal de guerra Josef Mengele, de acuerdo con una teoría de la periodista de investigación Annie Jacobsen. Seguro que os suena haber visto algún documental con imágenes de la autopsia hecha a uno de esos humanoides. Sin embargo John Humphreys, autor de los efectos especiales de varias películas como Charlie y la Fábrica de Chocolate, reconoció ser el autor del video, y el humanoide no ser más que un muñeco de latex…
Me gustaría creer en la existencia de otras vidas más allá de las nuestras, puede que sea verdad, puede que todo sea un montaje, pero lo cierto es que la letra de la canción que ahora os transcribo, cuenta la historia de un extraterrestre perdido en lo que él creía que era una “friendly star”… Como tantas veces ocurre, pones ilusión en algo luego te preguntas dónde estás… How could this so great turn so shitty ¿no te has sentido tú como este pequeño alienígena alguna vez?


Last night he could not make it
he tried hard but could not make it
last night he could not make it
on a holiday
for many miles
looking for a place to stay
near some friendly star
he found this mote
and now we wonder where we are
how could this so great
turn so shitty
he ended up in army crates
and photographs in files
his tiny boat
sparked as he turned to grazed our city
I started driving on the motorway
I was feeling down
last night he could not make it
last night he could not make it
he tried hard but he could not make it
last night he could not make it
on a holiday
so many miles
looking for a place to stay
near some friendly star
he found this mote
and now we wonder
how could this so great
turn so shitty
he ended up in army crates
and photographs in files
his tiny boat
sparked as he grazed it
he started heading for the motorway
and he came right DOWN




viernes, 10 de junio de 2011

Tierra de Cierzo y las noches con fuego de rosas

Hola amigos, he vuelto de mi viaje planetario a los submundos del INEM, a los funcionarios tan amables (ironía máxima), los impresos, las filas, los sellos,en fin, he vuelto, con heridas de guerra y alguna secuela, pero me he rehecho de mis cenizas, como el Fénix, con ánimos renovados y proyectos de futuro incierto y aventurero. Treinta y cuatro años es una buena edad para renacer, aunque en esto de renacer ya me estoy convirtiendo en una auténtica experta...

Por fin he visto “Tierra de Cierzo, al Este del Moncayo”. Encargué el DVD junto con el libro (chulísimo, casí más que la película!) en el kiosko el jueves pasado. Tenía muchas ganas de ver el largometraje de Jorge Nebra, haciendo apología de la música aragonesa de los últimos treinta años y no me defraudó en absoluto.

No voy a hacer una crítica del film, puesto que no tengo habilidad ni criterio para ello, pero sí tengo claras dos cosas: la primera, que no dejéis de verla, es un documental curioso, lleno de recuerdos, tal vez demasiado nostálgico, pero un recopilatorio más que bueno acerca de lo que supuso la música aragonesa en los últimos años… la segunda es que, ni están todos los que fueron, ni fueron todos lo que están.

El Cierzo, ese viento que nos vuelve locos a los Zaragozanos es el eje en el que gira la película cuestionándose si de ello puede nacer tanta creatividad. No sé si el Cierzo da creatividad, pero en esta nuestra Comunidad, tendemos más a tirarnos piedras que a reconocer nuestros propios méritos. Al grano, Aragón ha sido y ES cuna de grandes grupos y artistas musicales y negar esta evidencia sería algo falaz. Ahora bien, comparar los grupos de los ochenta con la “Movida”, puede ser algo exagerado ¿no os parece?

Eché de menos más minutos a la Zaragoza Mod de los Ochenta, con Imágenes de Archivo a la cabeza (luego llamados “Intrusos”, por un conflicto de propiedad intelectual), con su himno “Fin de semana Total”, que aún no entiendo por qué no la pinchan en los bares… Me trae recuerdos de mi tierna infancia, cuando iba a jugar a casa de mi vecina y amiga, que resulta que era hermana del batería Nacho... Todavía  me acuerdo cuando se ponía esos zapatos blancos y negros que hace poco me enteré que se llamaban "jam shoes". Eran los mods, me encantaban sus ropas, sus motos y sus discos...

También eché de menos a grupos indie más allá del Niño Gusano y Nothing, como por ejemplo “El Regalo de Silvia”, que creo que ni siquiera se nombra a lo largo de todo el metraje. Igualmente, nada se dice de La Casa de la Paz, donde cogíamos el autobús para ir al colegio y de los punks que pasaron por ella. No solo había okupas, sino conciertos, performances, exposiciones, debates políticos, fue un sitio transgresor y creo que merecía ser recordado.


No obstante, me encanta que el director haga las entrevistas en bares míticos de Zaragoza. Los de ahora, como el Bacharach (lo del Moss ni lo comentamos, para mí una metedura de pata en toda regla), y los de antes: el Mañana o la Estación, por ejemplo… Y hoy es lo que reivindico en mi cinta de casette, ir a los bares, para charlar, para reir, para bailar, pero sobretodo, para escuchar buena música. Antes, cuando no existía Internet, íbamos a los bares a escuchar música. Me acuerdo con especial cariño del Central, de las charlas que nos pegábamos casi a diario, su cerveza y su mesa de billar. Os dejo una foto de una de las cintas de casette que me grababa uno de sus DJs llamado Diego, que me encantaba cómo pinchaba. Tener una cinta del Central era tener un tesoro, y por eso todavía las guardo. También me acuerdo de los bares de esa zona, como el Planeta Buffalo, con esa bola discotequera que me hacía tener alucinaciones cada fin de semana y que a una amiga mía le provocaba delirium tremens, o del Fantasma y su particular surrealidad, escuchando a Pavement y después a Raphael. Por cierto, me encantó el homenaje a Sergio Algora escrito por Gómez Milián en el libro y especialmente emocionantes me parecieron las lágrimas contagiosas de Andrés Perruca en la pelicula.


Nací en el 76, así que la Sala Metro me pilló demasiado joven, pero eso sí, viendo las imágenes que salían de la Sala a reventar semana tras semana, con filas interminables en la calle que impedían el acceso a los propios grupos musicales si que me produjeron nostalgia… Ojalá hubiera algo así ahora, pero lo cierto es que la gente no va a conciertos, salvo los cuatro de siempre, que merecerían ser homenajeados por su afición y ganas.


Como recuerdo de lo que fue, el documental es bastante ajustado a la realidad, quizás se le pueda reprochar no hacer alusión apenas a la actualidad aragonesa, con más calidad y la misma ilusión que antaño… Me refiero por ejemplo a Bigott, del que solo se emiten unas imágenes con unos acordes de fondo, cuando realmente podríamos calificarlo como el mejor músico español de la actualidad. En cualquier caso, supongo que no es un fallo, sino simplemente una puerta abierta a la secuela de la película, ya que música nos queda para rato...


Os grabo tres canciones zaragozanas. Una por década. Los ochenta, con los Intrusos y su "Fin de Semana Total"...Realmente no tengo ni idea de qué año es, pero la original, antes de ser regrabada en una multinacional, es de los ochenta seguro...TEMAZO!!

Los noventa (tempranos) con Días de Vino y Rosas y mi canción favorita "Cartas de Bonjou". El video es cutrísimo, pero son ellos en directo, en la Sala En Bruto... Se trata de recordar...

La actualidad, con el inclasificable Bigott y "Sparkle Motion". Ojo a la coregrafía, entre Britney Sprears y los Backstreet Boys. Bailan mejor que yo (y eso, lo reconozco, me jode!)